Si hay un día intrascendente es el martes. Es un día sandwich, ni siquiera es comienzo de semana, y tampoco es “la previa” al finde. Es el tipico día que te quedás en tu casa, no hacés nada, y te vas a dormir relativamente temprano. Casualmente, este último martes me disponía a dormir, por supuesto, previamente fui a la cocina. Es una necesidad pasar por la cocina para ver que hay, antes de ir a dormir. Generalmente, siempre hay algo para picar, o tomar. O si no, pasamos para ver que esté todo en su lugar. Grata fue mi sorpresa al abrir la heladera: encontré un cartón de leche chocolatada sin abrir, llena. No estaba en mis planes tomarla, pero sentí una doble atracción: abrir un cartón (cortando y haciendo un agujero finito, para despues apretarlo para que salga mas rapido contra el vaso) y ademas, tomar leche chocolatada, ya que hacía mucho que no tomaba.
Me dispuse a beber, busqué una tijera para cortar, agarré un vaso, y me serví.
En ese momento conocí la felicidad. Sentí como si Dios me dijera: “Vení boludo, sentate a mi derecha”. Me cambió la noche. Confirmo que la felicidad esta en las pequeñas cosas. Aunque tener play tambíén cuenta, a pesar de que no sea una pequeña cosa (a menos que tengamos una play modelo slim). Sin duda.
Así las cosas, me fui a dormir. Feliz. A las 2AM.