
El Mediterráneo y en particular Cadaqués convierten los días de verano en magia; con la luz de la tarde, las calles empedradas se llenan de sonidos, de susurros, el olor a pescado fresco, el mar transparente y frío, el sonido de las gaviotas y la sombra de Dalí en cada esquina…hacen de este pequeño pueblo un gran escenario para los sentidos.
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